
Respeto y admiración al "Básquet para Ciegos"
A partir de un contacto por redes sociales empecé a charlar con el señor Carlos Larrosa, oriundo de Paraná, quien me contó que tiene un hijo no vidente que juega básquet. Yo había charlado del tema con el Profe Ricardo Bojanich y me había llamado mucho la atención, por lo que este contacto me llamó a indagar más en el tema.
Carlos, papá de "Leo", me contó:
"..Leíto (10 años) tiene sentido de orientación........y siempre tiró al aro en Echagüe de Paraná..........después yo me cambié a Olimpia y siguió tirando al aro en ese club...... En ese trajín conocí al creador del aro sonoro Ricardo Molinari.......y empezamos a viajar.......tengo el aro en casa con sonido...... pero Leo nunca lo utiliza por una cuestión de que se acostumbró a tirar sin sonido.......por ahora es el único que lo practica acá........le han hecho reportajes por este tema......que ya te los voy a pasar........además es concido porque toca el piano..."
Con estos datos, más otros que Carlos me aportó, llegué a conseguir más información sobre el tema, que me gustaría difundir y compartir con los entrenadores y conocidos que entran a esta web.
RICARDO MOLINARI Y CÓMO COMENZÓ ESTA GESTA.
La creación del tablero de básquet sonoro, para ciegos y disminuidos visuales, comenzó a gestarse un día de Junio de 2002, cuando fuí al club Comunicaciones, al mediodía.
Fuí a tirar un rato al aro, y había un chico ciego practicando atletismo. Su profesor lo guiaba golpeando el piso desde un lugar equis de la cancha y el chico iba hacia él.
Al verlo, me llamó la atención y me pregunté: ¿PORQUÉ UN CHICO CIEGO NO PRACTICA BÁSQUET?.
Ahí me puse a pensar en el PORQUÉ y la respuesta fue: "porque nunca tuvo elementos que lo ayudaran o incentivaran para poder hacerlo. Porque ganas a estos chicos les sobran. Así que me dije "MANI", dejate de SOÑAR y ponete a laburar que no va a ser fácil, pero intentaremos que no sea imposible".
Esa misma tarde, hablé en el club con el profesor Basilio González y le comenté la idea. ¿Él me dijo, "sería bárbaro, pero es complicado, No? ...", pero me conoce lo tozudo que soy por lograr cosas y sabía que, por lo menos, lo iba a intentar.
Después, con el correr de los días, le iba contando sobre el avance o novedades que iba logrando. Esa noche casi no dormí pensando en cómo hacerlo. Al otro día, me puse muy temprano a trabajar en esto, pero ¿por dónde empezaba?.
Lo primero que se me ocurrió fue transformar una pelota común de básquet, en una pelota sonora para ciegos. Así que agarré una pelota, le saqué la válvula, le agregué 7 bolillas de un ruleman desarmado que tenía, le puse nuevamente una válvula, la inflé y ahí estaba el primer paso.
Después ... CÓMO LO PROBABA!?, así realmente podía servir, ahí nomás llamé a uno de mis hijos (Martín), le vendé los ojos y lo puse en un lugar del taller donde había espacio libre y la tiraba rodando picando. Al principio era un desastre, pero a los pocos minutos la tocaba o pasaba cerca, así que el primer paso lo habíamos dado, el SUEÑO empezó a rodar.
Lo segundo, con error de entrada, ya se darán cuenta por qué, fué que tomé un aro de básquet, le coloqué una chapa, tipo palanca al centro del aro, 20 cm. debajo de su nivel, para que -cuando la pelota entrara- tocara la chapa y emitiera un sonido.
Lo hacía, pero no me convencía, comencé a dar vueltas hasta que mandé a mi hija Carolina a una bicicletería a comprar un timbre de bicicleta y le dije, conseguime un tipo antiguo, que sea fuerte. Me lo trajo, le adapté una palanca y lo coloqué sobre una base que le había agregado a la parte inferior del aro, y ahí estaba lo que necesitaba para seguir, así que el segundo paso estaba dado. El SUEÑO seguía su marcha.
A todo esto, ya habían pasado muchos días, pensaba que ya estaba. Pero un día, mirándolo, me pregunté cómo iba a tirar al aro un ciego si no sabe dónde está, porque no lo puede ver. Y ahora qué hago?, me pregunté.
Otra vez a laburar el bocho, pensaba en una cosa, en otra y nada, hasta que una mañana, a las 6:30 hs. suena el despertador en casa y dije, acá está.
Me levanté, fui al taller, creí que podría andar, así que salió Carolina a comprar un despertador, me trajo uno con un sonido horrible, esos que en lugar de despertarte te amargan por el ruido que hacen. Pero ahí nos dimos cuenta que el tercer paso estaba dado: lo único que faltaba era encontrar un sonido más acorde para lo que estabamos haciendo, el SUEÑO seguía su marcha.
Después pensé en agregarle más sonidos al objeto casi terminado, se me ocurrió ponerle una red de cadenas, para que cuando la pelota entre, por su peso, no mueva la red hacia los costados, sino que caiga en forma recta, vertical, hacia abajo con menos peligro de golpes y menos tiempo para recuperla, y a la vez, cuando falla y toca o roza la red tiene un sentido extra, y además no golpea el sistema del timbre, que con una red común lo haría. Habíamos dado el cuarto paso y el SUEÑO seguía su marcha.
Lo probamos en el taller, yo me había metido tanto en la piel de un ciego que comprobé que en el conjunto de cosas había encontrado dos sonidos más: el golpe de la pelota contra el tablero o el aro que ubica al chico qué tan cerca está de su objetivo.
Para mí ya estaba, faltaba consultar con alguien que trabajara con chicos ciegos, para que lo vieran y me dieran su opinión, porque yo nunca había tratado con un ciego.
El profesor González me surgirió que hablara con el profesor Marcelo Pallero, que yo no conocía, me contacté con él y resultó ser el mismo que estaba "ESE DÍA" haciendo practicar atletismo en el club a ese chico ciego.
Cuando lo vino a ver, me dijo que estaba muy bien pensado y a los chicos les vendría bárbaro. Ya estaba casi todo listo, pero faltaba lo primordial: que lo probaran los chicos ciegos.
Lo preparamos para hacerlo, le pedí a Marcelo que lo hiciéramos el 7 de Agosto, el día de San Cayetano, que nos iba a ayudar, y fue así, el profesor llevó al Club Comunicaciones a tres chicos ciegos, dos varones y una nena.
Colgamos el tablero en una de las barandas del fondo de la cancha, el profesor les dijo que un muchacho había hecho un juguete nuevo para ellos, les dijo que se trataba de un tablero de básquet.
Se los hacía tocar: tablero, aro, pelota, red y escuchar los distintos sonidos, les hacia depositar la pelota dentro del aro, para que escucharan el sonido del timbre y les decía que cuando tiraran de más lejos y escucharan ese sonido acertaban y ganaban. A los cinco minutos tiraban de aproximadamente dos metros de distancia y una nena llamada Cintia comenzó a embocar y a escuchar el sonido que "YO" también quería escuchar.
Que el timbre no dejara de sonar nunca, y al verla SONREIR y ser felicitada por sus compañeritos y profesores, me agarró una cosa en mi interior que no podía respirar, el sueño se había hecho REALIDAD. Yo tocaba el cielo con las manos, fue el momento más feliz de mi vida después del nacimiento de mis seis hijos.
Cintia de cinco tiros había embocado cuatro.
No sé cómo lo hice, pero hecho está. Ojalá nunca hubiese tenido que haberlo intentado, porque de esa manera no habría chicos ciegos, pero DIOS así lo quiso, no lo podemos cambiar, pero ayudar seguro se puede.
La respuesta a la pregunta inicial es "AHORA SI" un ciego puede practicar básquet. Tienen un elemento que les da una posibilidad más de entrenamiento o práctica de deportes.
Es casi increíble que con una conjunción de cosas tan simples y pequeñas, hallamos logrado esto.
Seguramente vendrán otros modelos, mejorándolos en cuanto a lo técnico o sofisticado y ojalá así sea, lo que NUNCA SE PODRÁ HACER ES LOGRARLO CON EL CORAZÓN.
A DIOS GRACIAS POR HABERME ELEGIDO PARA ESTO.
Ricardo J. Molinari y flia. - 01/01/2003
Material de origen de http://www.basquetparaciegos.com.ar/

